15.00 Ahora que dispongo de dinero, decido recorrer la zona céntrica de la ciudad y visitar sus afamados comercios. Ha vuelto a nublarse, pero por el momento parece que el tiempo aguanta.
16.00 Entro en una boutique. Me compro una corbata. Me la pruebo. Considero que me favorece y me compro noventa y cuatro corbatas iguales.
16.30 Entro en una tienda de artículos deportivos. Me compro una linterna, una cantimplora, un camping-gas, una camiseta del Barça, una raqueta de tenis, un equipo completo de wind-surfing (de color rosa fosforescente) y treinta pares de zapatillas de jogging.
17.00 Entro en una charcutería y me compro setecientos jamones de pata negra.
17.10 Entro en una frutería y me compro medio kilo de zanahorias.
17.20 Entro en una tienda de automóviles y me compro un Maseratti.
17.45 Entro en una tienda de electrodomésticos y lo compro todo.
18.00 Entro en una juguetería y me compro un disfraz de indio, ciento doce braguitas de Barbie y un trompo.
18.30 Entro en una bodega y me compro cinco botellas de Baron Mounchoir del 52 y una garrafa de ocho litros de vino de mesa El Pentateuco.
19.00 Entro en una joyería, me compro un Rolex de oro automático, sumergible, antimagnético y antichoque y lo rompo in situ.
19.30 Decido que el dinero no da la felicidad, desintegro todo lo que he comprado y continúo caminando con las manos en los bolsillos y el ánimo ligero.
– Eduardo Mendoza: «Sin noticias de Gurb» –