Cuando las palabras no son suficientes

Ante la realidad de Lesbos las palabras no son suficientes. Se impone el silencio, mirar hacia adentro y reflexionar. Y nunca es suficiente. Nunca se llega a ninguna parte. Nadie entiende qué está pasando, tan maquiavélico parece.

En Lesbos la realidad te asalta a cada paso y la palabra se congela antes de pronunciarla. Tengo un buen amigo sirio, un empresario. Es un tipo interesante, culto, buen conversador. Alegre y generoso. Lleva meses en la isla y teme la deportación. Le repito que no, que es imposible; es sirio, no pueden deportarle. Después descubro que eso no es así; claro que pueden. No se lo digo. Mejor que no lo sepa. Bastante abunda la desesperanza por estos lares para que venga yo con noticias frescas de esta Europa nuestra, siempre tan civilizada…

En estos días de Navidad cunde el frío y faltan las palabras. La soledad se multiplica y la realidad hace sentir vergüenza.