
Queridos amigos de https://photogeografias.com,
Una vez más en Lesbos. Una vez más tratando de documentar una situación que, lejos de acabar, se enquista como una enfermedad maligna. Y, de nuevo, con vuestra ayuda y solidaridad, tratando de detectar las necesidades más imperiosas para intentar paliar un poco, al menos momentáneamente, el sufrimiento de algunas personas. ¡Ojalá llegáramos a todos los que lo necesitan!
Ya no oímos la noticia ni nos estremecen desde la televisión con trágicas escenas de rescates marítimos, pero lo cierto es que a la isla siguen llegando botes de refugiados desde las costas turcas. Afortunadamente, no tantos como antes: es un goteo de refugiados -anoche llegaron dos botes-. Pero la situación es dramática. En el Campo de refugiados de Moria hay, en este momento en el que escribo, cerca de cinco mil refugiados, cuando Moria está preparado para tan sólo dos mil personas. Más del doble se hacinan en colas interminables para comer, dormir, ir al servicio, lavarse… Un amigo refugiado sirio lo ha definido esta tarde como el infierno. Los otros campos, Karatepé y Pikpa, mantienen una ocupación razonable que garantiza la dignidad de las personas refugiadas.
Desde que se firmó el acuerdo entre la Unión Europea y Turquía la situación ha cambiado drásticamente. Antes llegaban cientos de personas cada semana, pero se quedaban poco tiempo en la isla: la mayoría de ellas obtenían sus documentos en cuatro, cinco o seis días para poder coger el ferry a Atenas. Eran personas en tránsito. Ahora, los refugiados tardan meses en poder salir de la isla. Son «refugiados de larga duración», así se les define desde organizaciones humanitarias (tan claro está que no van a obtener sus documentos, al menos a medio plazo). Incluso a los sirios se les deniegan, en primera instancia, los documentos necesarios para continuar viaje, lo cual significa que están atrapados aquí. No pueden hacer nada. Tan sólo contratar un abogado y esperar. Vidas detenidas, congeladas en el tiempo, sin presente ni futuro. Caldo de cultivo para la desesperación.