El chico de Argel
Hoy hemos ido a las naves donde antes cocinaban los amigos de No Borders Kitchen, la ONG alemana que tantas comidas y cenas ha preparado en Mitilene y que tanto ha ayudado en los rescates marítimos nocturnos. En estos edificios abandonados siguen viviendo muchos refugiados, en tiendas de campaña y bajo condiciones realmente duras.
El chico de Argel vive aquí. Es alto y muy delgado, habla pausadamente y con una dulzura impropia de las circunstancias y del lugar. Nos cuenta que lleva en Mitilene un año y dos meses. Está aquí solo, sin familia ni amigos. Le preguntamos qué necesita, en que podemos ayudarle. Nos mira tranquilamente con una sonrisa sincera y, encogiéndose de hombros, contesta: «Nada. No necesito nada.»