UN APLAUSO POR CINCUENTA VIDAS

Desde la costa norte de la isla de Lesbos, Turquía parece estar al alcance de la mano.

Esta tarde han llegado seis botes con alrededor de cincuenta personas a bordo de cada uno. En tierra espera un contingente de voluntarios preparados para recibirles: rescate marítimo  para guiarles hasta la playa, socorristas para ayudarles a llegar a la orilla y coger en brazos a niños y ancianos, médicos para atender las emergencias, personal que se ocupa de tapar y cuidar a los niños en cuanto desembarcan…

Hay zapatos de diferentes números en varios sitios para que puedan, al menos, ponerse un calzado seco.

Los niños llegan llorando inconsolables y ateridos de frío. Algunos ancianos besan emocionados el suelo cuando pisan tierra firme.

Por fin la balsa se vacía. Todos han llegado sanos y salvos. Entonces ocurre algo sorprendente: socorristas, médicos, voluntarios, salvamento marítimo… se miran, sonríen, y suena un aplauso corto pero intenso.

¡Qué menos que un aplauso por cada cincuenta vidas arrancadas a la muerte!